"novembre dueto"...en concierto.
Bianca Paterno: flauta traversa
Fernando Gomez: guitarra
La calidad del músico de raza.
Disfruta de la vida disfruta de la música.
Cocina de autor. Shows y clases de tango. Eventos. Cumpleaños. Reuniones...
NO ES NADA FACIL realizar un resumen sobre la vida y obra de Dostoyevski, hay miles de biografías y libros al respecto. Análisis desde los más diversos ángulos, además de los innumerables cuentos y biografías.
Un buen comienzo sería meternos dentro de sus pantalones situarnos en el lugar: Pongámonos en la piel el frío recalcitrante de Moscú y de San Petersburgo a en la segunda década del siglo XIX. Tomémonos una botella de vodka y sumerjámonos en la miseria y en la oscuridad de una tierra sin esperanzas, regida por el zarismo, en donde, como bien lo expresan en sus escritos desde Gogol hasta Pushkin y toda la enorme cantidad de monstruos literarios que dio
Hay una novela de Máximo Gorki “
Esto viene a que el hombre que nos compete, Dostoyevski, nace en el ceno de una familia como esa, típica de
Para continuar es menester que reparemos en una palabra, ya que todo lo que hablaremos de ahora en más esta signado por ella: FATALIDAD.
Este hombre nació para el dolor y haría un arte de el.
De entrada, ya es impresionante el simbolismo del lugar donde crece: “El hospital hospicio de los pobres de Moscú”, en donde se recibían locos, alienados, miserables y niños abandonados.
La familia ocupaba una de las alas de este edificio tan despreciable como todo lo que los rodeaba.
Si esto les parece una imagen fulminante, hay más, como si el destino todo hubiera prestado especial atención en forjar a este chico para que fuera que debía ser, la ventana de la habitación de Fiodor tenía una hermosa vista, daba justo al cementerio de los réprobos, en donde enterraban a suicidas, criminales, vagabundos, y cadáveres no reclamados.
Allí, a modo de monumento (increíble como cada imagen supera a la anterior) se alzaba el patíbulo, al que Fiodor, ahora mirando por la ventana, sería condenado a muerte 28 años más tarde.
Por suerte, el padre era un tipo macanudo: Avaro, borracho, celoso (hasta el punto de inventarle romances a la madre para cagarla a trompadas) alcohólico y completamente despótico.
Cuando Fiodor tiene 12 años cambian de sitio y se van a vivir a unas aldeas que el padre compra con 200 ciervos incluidos (en esa época era muy común) a
En este ambiente de cuento para niños va creciendo Fiodor, en medio de la brutalidad del padre, el fanatismo religioso de la madre y la ignorancia. La que los trae un poco a la vida en todo este quilombo es la madre, que es la que le inculca el amor por los libros y sobre todo por Pushkin, amante de la música y de la literatura, trata de darles a sus chicos algo que de sentido a sus vidas.
Corre el año 1837, recordemos que nace en 1821, y Fiodor obviamente pierde las dos sus dos prioridades de su vida: Muere la madre y muere Pushkin claro. Esto lo destroza anímicamente. La única alternativa viable para el es arrojarse a la escritura. Allí declara que si no hubiera llevado luto por su madre lo hubiera llevado por Pushkin.
El padre lo envía entonces a la escuela de ingenieros de San Petersburgo, ciudad que lo marcará a fuego. Allí se entera que el padre muere asesinado por sus propios esclavos y sufre su primer episodio de la enfermedad que lo acompañará de por vida: La epilepsia. Lejos de considerarla un mal, como siempre yendo a muerte en esto “del dolor para alcanzar la felicidad”, la considera un bien y dice que le da fuerzas y le aclara la mente. (Como vemos todo lo que le sucede lo transforma en literatura: “Pobres gentes” su primera novela, es un espejo de sus primeros días. En “Los idiotas” el protagonista Misnkin, el príncipe es epiléptico como el, y en “Los hermanos Karamazov” Smerdiakov, el hijo no reconocido, es casi un animal con raptos epilépticos).
Comienza a frecuentar el primer círculo socialista de
Sigue escribiendo como un hijo de puta, en una sola noche escribe “Novela en nueve cartas”. En un año escribe seis novelas entre ellas “Noches Blancas” y “Mis prisiones”.
Sale de Siberia y el Zar lo manda como soldado raso, y él, epiléptico, hecho mierda, flaco, sigue escribiendo y escribiendo: “Los demonios”; ”El sueño del tío” etc. etc.
En 1857 se casa con Maria Dmitrievna Isaieva y en la noche de bodas le agarra el peor ataque de su vida. (Otra vez el destino le decía que el camino del dolor apenas comenzaba).
La pasa mal, anda corto de guita, así que enciende a la bestia de la escritura que lleva a dentro, con lo que junta viaja por toda Europa junto a una amante: Berlín, Paris, Londres, Ginebra, Venecia, Florencia, Viena, y descubre su gran pasión por el juego. Juega en todas las mesas de todas las ciudades nombradas.
De vuelta en Rusia obviamente que lo espera un notición, su mujer está enferma de tuberculosis y a punto de morir. Esto le provoca una tremenda culpa así que el genio se despacha con “Memorias del Subsuelo”.La mujer muere y para coronar muere uno de sus hermanos también, dejándole a cargo a toda su familia. Para sostener esto Fiodor se endeuda hasta las pelotas: usureros, prestamistas, conocidos, amigos, y se va a recorrer casinos para salvarse. Esta vez pierde todo.
Los editores le hacen firmar por adelantado novelas que todavía no ha escrito así es que en 1866, un mes antes de que se venciera el plazo escribe por la mañana “EL jugador” y por la tarde “Crimen y castigo” en una demostración de virtuosismo que nunca volverá a repetirse en la historia del mundo. UN MES PARA ESTAS DOS OBRAS MAESTRAS DE
Fiodor ya juega sin freno, está loco, enajenado, pierde todo todo. Igual la bestia escritora publica “El idiota” cuentos a raudales.
Para despedirse a lo grande comienza a elucubrar “Los hermanos Karamazov” y la publica ya en la gloria de su fama y muy enfermo.
Muere en 1881, curiosamente, el mismo día que se festejaban los 100 años del nacimiento de Pushkin. Fue el poeta de los desamparados y los desprotegidos, de lo humillados.
Sobre su ataúd los estudiantes colocaron hierros retorcidos en homenaje por sobrevivir al presidio y por enaltecer la orden de los miserables.
Me escribe un lector: "Le ruego me conteste, muy seriamente, de
qué forma
debe uno vivir para ser feliz".
Estimado señor: Si yo pudiera contestarle, seria o
humorísticamente, de
qué modo debe vivirse para ser feliz, en vez de estar
pergueñando notas,
sería, quizá, el hombre más rico de la tierra, vendiendo,
únicamente a
diez centavos, la fórmula para vivir dichoso. Ya ve qué
disparate me
pregunta.
Creo que hay una forma de vivir en relación con los semejantes
y consigo
mismo, que si no concede la felicidad, le proporciona al
individuo que la
practica una especie de poder mágico de dominio sobre sus
semejantes: es
la sinceridad.
Ser sincero con todos , y más todavía consigo mismo, aunque se
perjudique.
Aunque se rompa el alma contra el obstáculo. Aunque se quede
sólo, aislado
y sangrando. Esta no es una fórmula para vivir feliz; creo que
no pero sí
lo es para tener fuerzas y examinar el contenido de la vida,
cuyas
apariencias nos marean y engañan de continuo.
No mire lo que hacen los demás. No se le importe un pepino de
lo que opine
el prójimo. Sea usted, usted mismo sobre todas las cosas, sobre
el bien y
el mal, sobre el placer y sobre el dolor, sobre la vida y la
muerte. Usted
y usted. Nada más. Y será fuerte como un demonio entonces.
Fuerte a pesar
de todos y contra todos. No importe que la pena lo haga dar de
cabeza
contra la pared. Interróguese siempre, en el peor minuto de su
vida, lo
siguiente:
-¿Soy sincero conmigo mismo?
Y si el corazón le dice que sí, y tiene que tirarse a un pozo,
tírese con
confianza. Siendo sincero no se va a matar. Esté segurísimo de
eso. No se
va a matar, porque no se puede matar. La vida, la misteriosa
vida que rige
nuestra existencia, impedirá que usted se mate tirándose al
pozo. La vida,
providencialmente, colocará, un metro antes de que usted llegue
al fondo,
un clavo donde se engancharán sus ropas, y ... usted se
salvará.
Me dirá usted: "¿Y si los otros no comprenden que soy sincero?"
¡Qué se le
importa a usted de los otros! La tierra y la vida tienen tantos
caminos
con alturas distintas, que nadie puede ver a más distancia de
la que dan
sus ojos. Aunque se suba a una montaña, no verá un centímetro
más lejos de
lo que le permita su vista. Pero, escúcheme bien: el día que
los que lo
rodean se den cuenta de que usted va por un camino no trillado,
pero que
marcha guiado por la sinceridad, ese día lo mirarán con
asombro, luego con
curiosidad. Y ese día en que usted, con la fuerza de su
sinceridad, les
demuestre cuántos poderes tiene entre sus manos, ese día serán
sus
esclavos espiritualmente, créalo.
Me dirá usted: "¿Y si me equivoco?". No tiene importancia. Uno
se equivoca
cuando tiene que equivocarse. Ni un minuto antes ni un minuto
después.
¿Por qué? Porque así lo ha dispuesta la vida, que es esa fuerza
misteriosa. Si usted se ha equivocado sinceramente, lo
perdonarán. O no lo
perdonarán. Interesa poco. Usted sigue su camino. Contra viento
y marea.
Contra todos, si es necesario ir contra todos. Y créame llegará
un momento
en que usted se sentirá más fuerte, que la vida y la muerte se
convertirán
en dos juguetes entre sus manos. Así, como suena. Vida. Muerte.
Usted va a
mirar esa taba que tiene tal reverso, y de una patada la va a
tirar lejos
de usted. ¿Qué se le importan los nombres, si usted, con su
fuerza, está
más allá de los nombres?
La sinceridad tiene un doble fondo curioso. No modifica la
naturaleza
intrínseca del que la practica, y sí le concede una especie de
doble
vista, sensibilidad curiosa, y que le permite percibir la
mentira, y no
sólo la mentira, sino los sentimientos del que está a su lado.
Hay una frase de Goethe, respecto de este estado, que vale un
Perú. Dice:
"Tú que me has metido en este dédalo, tú me sacarás de él"
Es lo que anteriormente le decía.
La sinceridad provoca en el que la practica lealmente, una
serie de
fuerzas violentas. estas fuerzas sólo se muestran cuando tiene
que
producirse eso de: "Tú que me has metido en este dédalo, tú me
sacarás". Y
si usted es sincero, va a percibir la voz de estas fuerzas.
Ellas lo
arrastrarán, quizá, a ejecutar actos absurdos. No importa.
Usted los
realiza. ¿Que se quedará sangrando? ¡Y es claro! Todo cuesta en
esta
tierra. La vida no regala nada, absolutamente. Todo hay que
comprarlo con
libras de carne y sangre.
Y de pronto, descubrirá algo que no es la felicidad, sino un
equivalente a
ella. La emoción. La terrible emoción de jugarse la piel y la
felicidad.
No en el naipe, sino convirtiéndose usted en una especie de
emocionado
naipe humano que busca la felicidad, desesperadamente, mediante
las
combinaciones más extraordinarias, más inesperadas. ¿O qué se
cree usted?
¿Que es uno de esos multimillonarios norteamericanos, ayer
vendedores de
diarios, más tarde carboneros, luego dueños de circo, y
sucesivamente
periodistas, vendedores de automóviles, hasta que un golpe de
fortuna los
sitúa en el lugar en que inevitablemente debía estar?
Esos hombres se convirtieron en multimillonarios porque querían
ser eso.
Con eso sabían que realizaban la felicidad de su vida. Pero
piense usted
en todo lo que se jugaron para ser felices. Y mientras no se
producía lo
efectivo, la emoción, que derivaba de cada jugada, los hacía
más fuertes.
¿Se da cuenta?
Vea amigo: hágase una base de sinceridad, y sobre esa cuerda
floja o
tensa, cruce el abismo de la vida, con su verdad en la mano, y
va a
triunfar. No hay nadie, absolutamente nadie, que pueda hacerlo
caer. Y
hasta los que hoy le tiran piedras, se acercarán mañana a usted
para
sonreírle tímidamente. Créalo, amigo: un hombre sincero es tan
fuerte que
sólo él puede reírse y apiadarse de todo.
1 comentario:
que lindo el volante, ya actualize nuestro blog con la info, va a ser un lindo viernes! saludos y gracias!
Bianca y Fernando
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